Buenas tardes. Hoy me he acercado a la marcha del Zaidín,
ha darme una vuelta por los puestecillos, y al terminar el paseo, era hora de
echarse unas tapas, así que nos pusimos manos a la obra.
Nos acercamos a la zona de la Avenida Cervantes, y
después de dar vueltas a ver donde entrabamos, vimos un barecillo y
decidimos entrar.
Nos llamó la atención porque estaba situado en el mismo
sitio que otro bar, que anteriormente, hacía más agradable las esperas para
coger el autobús que iba a Pulianas, que antes se cogía allí cerca.
Hablo
del "Rincón de la Abuela", el nombre ya nos encamina a lo que nos
vamos a encontrar, comida típica y tapas abundantes y buenas.
Nos
situamos en la Calle Corralón de Ganivet, 2 (en la rotonda que hay al final de
la Avenida Cervantes, casi llegando al río).
Tengo que decir que me encantó el ambiente, me recordó a
los bares de barrio de antaño, donde casi toda la gente que iba ya era conocida
por los camareros, esa fue mi sensación.
Había muchos senderistas que habían parado a
reponer fuerzas, familias comiendo con buenas y abundantes raciones, y un
ambiente fabulosos y familiar.

Pero... vamos al lío. Nos pedimos cerveza y tinto de
verano, y como la tapa era a elegir, de una pizarra donde
estaban todas escritas, nos pedimos chorizo criollo, que a mí me encanta.
Además de esta, tenían: almejas, boquerones, choco, rejos, croquetas de pollo,
carne a la brasa, montaditos, etc...
El choricillo criollo estaba muy bueno, y la cantidad no
estaba mal.
Tienen una carta con las raciones que os dejo aquí para que
os hagáis una idea, tengo que repetir que las raciones son grandes, con lo
cual, recomiendo pedir de poquito en poquito, porque sino puede que os juntéis
con un montón de comida y no sepáis por donde empezar.
Viendo que las tapas eran hermosas, y que ya era
tardecillo, decidimos, en vez de seguir con nuestra ruta baritima, quedarnos
allí y pedir otra ronda.
En la segunda, repetimos bebida, y cambiamos de tapa a los
montaditos, yo, de morcilla, y mi acompañante, de chorizo. Os pido perdón,
porque se me olvidó fotografiarlas, pero ya os digo que había más engañifa que
pan.
A las 16h, más o menos, cierran la cocina, y la camarera,
amablemente nos preguntó si querríamos algo más, así que nos animamos y
pedimos la última ronda.
Repetimos la bebida de nuevo, y la tapa está vez, fue una
de las favoritas para nosotros, sobre todo en verano, que es la carne la brasa,
que venía acompañada de sus patatillas fritas, estaba deliciosa, y era grande.
Casi a la hora de la merienda, acabamos el tapeo, y
tengo que decir que repetiremos, me gustó muchísimo el sitio, y el
ambiente.
Buenos, espero que os haya gustado.
Nos conectamos en la próxima.